Elizabeth Acosta Mendía
Sofía Araceli López Castro
¡Ay los sudcalifornianos! Me gustaría saber si existe alguno de nosotros que no nos importe saber de donde venimos. Saber por ejemplo: quién fue el primero de nuestros ancestros que llegó a estas áridas regiones de la Baja California; me parece que nos importa más eso, que saber de donde vinieron y quiénes eran, porque el saberlo, quizás nos conduciría irremediablemente a una desilusión. Pero, después de todo, de donde hayan venido, y lo que hayan sido es menos importante que lo que representaron aquí desde el mismo momento en que pisaron esta tierra, porque al hacerla suya lograron investir de significado su existencia. Los que por cualquier motivo, relacionado con la investigación, traspasamos los linderos del archivo histórico de Baja California Sur, nos encontramos todos los días con estos personajes del pasado cuya vida fue tan intensa y tan representativa, que llegan a provocarnos, además de una fuerte adicción a indagar en el archivo, una diversidad de sentimientos y reacciones que van desde el enamoramiento, la admiración, la burla, la compasión, el rechazo y el enojo, como si estos personajes fueran los actores de una película o de una novela, que película o novela no es otra que nuestra propia historia. De tal manera que mientras estos personajes en cada documento “nos cuentan” la historia de nuestra entidad, al mismo tiempo hurgamos en ellos y creemos encontrarles similitudes con su descendencia. Felipe Romero, Simón Avilés, Xavier Aguilar, Francisco Morillo, Domingo Aguiar, Nepomuceno Cota, Juan Higuera, Fernando de la Toba, Luis de Cuevas, Juan Bautista Larrañaga, Juan Bautista Talamantes, José María Salgado, José Villaviciencio, Anastasio Arce, Antonio Verdugo, Antonio Ruffo, Miguel Meza, Peter Davis, Thomas Taylor, José Garayzar, la mayoría de ellos soldados o marinos del Real Presidio de Loreto, varios comerciantes y uno que otro aventurero, son algunos de los que dieron origen a las más antiguas familias de Baja California Sur en los siglos XVIII y XIX. La que esto escribe es una de las personas que ha adquirido la adicción de indagar en el pasado, tarea a la cual le ha dedicado ya varios años. Luego, resulta inevitable que en esta casi cotidiana transgresión a los linderos del archivo, el sendero de la actual directora, Elizabeth Acosta Medía, y el mío terminaran por cruzarse. No pasó mucho tiempo entre este cruce y el momento en que Elizabeth me pidió que le escribiera un prólogo para su obra prima Paisaje Urbano y Personajes en Baja California Sur, un interesante proyecto que comparte con Sofía Araceli López Castro, que también es dependiente del archivo, “quien mejor que tu que eres de la casa” me dijo para convencerme. Pues sí, después de tantos años ya soy como de la casa. Empecé a hojear el libro de Elizabeth y ¿qué iba a decirle yo que cargo con esta inveterada manía de andar desenterrando el pasado? Le dije que sí, porque me emocionó la finura con que esta coleccionista comparte con nosotros rostros e imágenes de su ciudad y otros pueblos, en forma gráfica y amena. En esta galería de retazos urbanos y rostros del pasado que Elizabeth quiere mostrarnos, seguramente encontraremos a los abuelos y bisabuelos, los de la amiga, los del vecino, y mientras hojeamos este libro lanzaremos exclamaciones de júbilo descubriendo fotos de familiares desconocidos o fallecidos, y haremos reminiscencias sobre lo guapos que fueron, mientras buscamos una vez más las similitudes con quienes les sobrevivimos. Los imaginamos caminando o en carretela por la calle del Obispado, el Centenario y la Central hasta el malecón costero para llegar al muelle, o dando vuelta por la plazuela antes de entrar a misa en la iglesia de Nuestra Señora de La Paz, de compras en La Perla o en la Torre Eiffel, o buscando un rincón en el parque frente al mar para abrazarse... Las personas de mi edad (la tercera), recordaremos con nostalgia el salón de belleza de doña Teodora y las rondas por la banqueta de don Jesús Mendía, su esposo, y en una rápida asociación de ideas evocaremos a Conchita Mendía, una de las mujeres más bellas que ha dado Baja California Sur e inevitablemente llegaremos, otra vez, hasta su hija Elizabeth Acosta Mendía, autora de este libro encantador. Indudablemente Elizabeth está haciendo una aportación muy importante a la sociedad sudcaliforniana, específicamente para aquellos que tenemos hambre de saber, de reconocernos en nuestro pasado, solo desearíamos que en lugar de 80, el libro tuviera 800 páginas. Pero estoy segura que es sólo el inicio y que en un futuro muy cercano, Elizabeth nos regalará con otra maravillosa edición, con más personajes y más imágenes de Baja California Sur. Mientras tanto el lector estará listo para saborear esta colección, apreciándola en su justo valor, solo espero que la disfruten tanto como yo.
