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Paisaje y personajes en María Auxiliadora: un proyecto colonizador en el Territorio Sur de la Baja California (1940-1944)

Elizabeth Acosta Mendía

153 páginas | 2017
DETALLES DE Libros
Título: Paisaje y personajes en María Auxiliadora: un proyecto colonizador en el Territorio Sur de la Baja California (1940-1944)
ISBN: 978-607-8478-84-2
Año: 2017
Edición: 1
Número de Páginas: 153
Detalles:

La tradición oral nos dice que la recuperación de la memoria nos permite eludir nuevas caídas cuando las circunstancias se repiten. A esa idea se acogen quienes encuentran en los fenó- menos sociales y las circunstancias propensas a moldear la vida, ciclos evolutivos repetidos en espiral por encima de su propio origen. Empero, conocer nuestra historia, el pasado común, es quizá uno de los más poderosos elementos de cohesión e identidad. Elizabeth Acosta Medina así lo entiende, porque es una investigadora irremisiblemente orientada a la búsqueda de los hechos y la correlación de los más nimios detalles, de tal manera que nos presenta las páginas del pretérito remoto como algo consustancial a nuestra esencia. Otros de sus trabajos ya nos han mostrado una acuciosidad sin margen para las percepciones vagarosas, porque la evidencia empírica la lleva a la evidencia, al conocimiento. El quehacer de la historia y la naturaleza del investigador deben reprimir, en lo posible, los sesgos y las empatías. Esto lo hace Acosta Mendía, pero no presenta el hecho fríamente, busca también la interpretación posible sin pretender influenciar a sus lectores, pues, sólo recrea las condiciones del momento en aras de la motivación que llevó al accionar humano. Para ello, nos imbuye del Zeitgeist: el espíritu de la época o la atmósfera de la era, para evitar palabras con algún desviado sentido metafísico. Nos conduce a los laberintos del pasado sin imposturas, a la búsqueda de la verdad detrás de la verdad, enterada de que ésta siempre puede ser múltiple en tanto nuestro conocimiento es sólo otra vestimenta de la ignorancia. Así, nuestra autora retoma una de las máximas más iluminadoras de Marc Bloch: desecha de su investigación narrativa “la superstición de la causa única”. Otros elementos, diversas evidencias en aluvión, van conformando saberes y conocimientos nuevos que informan bajo otras perspectivas hundidas en el limo de los tiempos, la sobre escritura de los sucesos atenazados por las ideologías y los prejuicios. En esta obra, Acosta Mendía refina su metodología y abreva de las fuentes primarias la saga de hombres de sangre y hueso con todas sus virtudes e imperfecciones, para colmar vacíos de nuestra historia. Por una parte, atraída por la convicción de buscar las raíces propias, se ha interesado en capítulos poco estudiados, o bien, vistos con el prisma de las cóleras políticas -para usar la expresión de Marguerite Duras-. Ahora, lo hace con el propósito de desbrozar fenómenos del poblamiento peninsular relativamente reciente del siglo pasado, adentrándose en la aventura personal de Salvador Abascal, como en otras ocasiones lo ha hecho respecto de las incursiones españolas de otros siglos que hicieron de la península bajacaliforniana también una zona de aventura crematística y obligada catequesis donde los landmark fueron las misiones, precarias construcciones y caminos reales que siguieron la ruta de los oasis peninsulares a través de una longitud cien millas mayor que Italia. En ambos casos, Acosta Mendía encuentra en estos movimientos los rasgos civilizatorios no exentos de contradicciones ni de acciones humanas sujetas al juicio social y a la siempre variante opinión pública. Es precisamente esa cadena de actos y supuestos azares, las causas y concausas de los hechos verificables, en ocasiones, sólo por sus efectos futuros. Por otra parte, dedica también páginas con detalles especiosos sobre los riegos que no hace mucho sufrió la soberanía nacional, en ese territorio donde crecen los cardones gigantes o los cirios al lado del misterio de la existencia, vigilantes de volcanes inactivos o montañas que arriba de campos y laderas pobladas de rocas descomunales e iridiscente mica, también pueden alojar bosques bajo un firmamento tachonado de constelaciones. La historia de la península de Baja California, la California mexicana, donde iniciaron episodios de siglos y amputaciones -como la de otros territorios del mundo sobre las argumentaciones abusivas de la Geopolítica- siempre ha sido una narrativa de olvido y tenaz lucha contra las condiciones de su realidad física. Pero, paradójicamente, también es una crónica de la ambición por sus riquezas escondidas y caprichosos litorales fríos en la corriente de California o en su tibio y enorme golfo. En esta obra encontraremos un esfuerzo intelectual por hilvanar y comprender la singular aventura de Salvador Abascal y el sinarquismo que lo llevó a una utopía mística y comunitaria. En un territorio ideal sólo para el aislamiento, tuvo lugar un involuntario y propicio laboratorio donde la conducta humana se pone a prueba. El aislamiento, la distancia, la frustración, fueron variables considerables en el resultado de una expedición rodeada de impedimentos. Convencido de sus ideas, de su credo, como suelen ser los exploradores de la geografía ignota; rodeado de ambiciones y enemistades de propios y ajenos, Abascal llevó al límite de la resistencia humana a hombres y mujeres embriagados por el dogma de la virtud y sus ritos, la capacidad de transformación del trabajo físico, el sacrificio personal y la disciplina donde no había lugar para la disidencia. Esto último, quizá, sea el rasgo común de los seres dispuestos a seguir espejismos o realizar actos extremos. Unos los llamaran visionarios intrépidos, otros, fanáticos embriagados de una fe que soportaría ordalías. Empero, más allá de las arraigadas creencias religiosas, los procesos de poblamiento siempre serán búsquedas de salvación personal y, en términos de nuestra investigadora, formas de salvaguardar el territorio nacional y la casa de todos. Así lo ha considerado Jean Meyer y el mismo personaje en sus apuntes biográficos, sujeto de la investigación de Acosta Mendía. Resguardar el territorio patrio de potenciales y ambiciosos invasores, infundía resiliencia en Abascal por dos senderos: la visión de confrontación que data de la Reforma y la Contrarreforma católica romana, por demás intolerante -incluido el antisemitismo- que pervivió en mentalidades extremosas, que ven en el invasor un protestante riesgoso; y la oposición al cercenamiento territorial, amenaza siempre velada hasta la fecha en el universo de discurso de algunos afiebrados estadounidenses. Deseo que a esta obra le siga otra, que profundice en la incógnita con fuentes más expresivas. Al final de Paisaje y personajes en María Auxiliadora, la autora no cierra una pinza, sino abre una interrogación inquietante. Más allá de las pretensiones del sinarquismo, ¿por qué eligió Abascal la Baja California para su quimera? ¿La fundación del poblado María Auxiliadora, la elección del valle de Santo Domingo, tuvo una intención interna no revelada? Los escritos de Abascal parecieran despejar la incógnita, pero esta narrativa no aparece de manera constante y enfática. No se encuentra como una motivación esgrimida en su numerosa correspondencia con notables hombres de la época, gobernantes alejados de la Iglesia católica, pero de probada raigambre patriota, en tiempos propicios para esgrimir esa bandería en las lides políticas cotidianas. Qué mueve la conducta de los hombres y sus acciones, también es materia de la historia. El instinto ha llevado a Acosta Mendía a reunir en estas páginas, el entorno y diversos hechos de la colonización intentada en medio de sospechas y negativas elaboradas, con las circunstancias de una soberanía nacional en peligro a una corta distancia de donde se pretendía construir una especie de De civitate Dei contra paganos, una experiencia sansimoniana de orden teísta y nacionalista a su entender. El recuerdo de lo acaecido con los territorios del norte del país, incipientemente atendidos, pero no exentos de obligaciones fiscales, ya había probado su toxicidad. ¿Pudieron en el ánimo de Salvador Abascal ser estos nuevos intentos estadounidenses por apropiarse de la península, motivación de orden superior al de la creación de un territorio moldeado por su dios? ¿Hubo una voluntad lógica en la elección del desolado territorio sudcaliforniano? Descubrir las razones y las causas es la pretensión de este libro. Sólo se honrará este esfuerzo de Elizabeth Acosta Mendía con la lectura atenta y reflexiva. Si alguien ha intentado apagar las ascuas de la duda, es ella.


Número de Ejemplares: 500
Autor: Elizabeth Acosta Mendía
Editoriales: Instituto Sudcaliforniano de Cultura
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